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Si, me siento vulnerable. ¿Y qué? (1)

Foto del escritor: Gabriel VásquezGabriel Vásquez

Es muy común que a los seres humanos nos aterre sentirnos vulnerables.  Parece que estamos más cómodos si construimos planes definidos que nos impidan poner en riesgo nuestros mayores sueños y expectativas.  


Creemos que sentirnos vulnerables significa la pérdida de todas nuestras capacidades y lesiona la imagen pública que tanto nos ha costado construir.  A la vez, la rechazamos porque la asociamos a emociones como el miedo, la vergüenza, la depresión, la tristeza y la decepción; y de estas emociones optamos por no hablar a través de ellas ya que las juzgamos como negativas.


Brené Brown, socióloga, profesora de la Universidad de Houston y quien ha estudiado profundamente la vulnerabilidad, piensa que ésta no es ni buena ni mala, pues estar vivos y sentir ya significa ser vulnerable.  Brown plantea que existen 4 grandes mitos sobre sentirse vulnerable y son:


Mito 1.  La vulnerabilidad es debilidad.  Tal vez este es el mito más extendido y el más peligroso pues no tener a la mano la vulnerabilidad nos impide construir un propósito o una vida espiritual más profunda y significativa.  Sin vulnerabilidad no hay manera de construirlo pues no nos daríamos cuenta de nuestros errores y debilidades.  La vulnerabilidad nos muestra lo que debemos cuidar para ser lo que soñamos.


Mito 2. La vulnerabilidad no va conmigo. Hacemos planes para evadir la vulnerabilidad, pero lo cierto es que excluirnos de ella es imposible pues estar vivos ya es una condición de riesgo.  Experimentar la vulnerabilidad no es opcional, lo único que podemos hacer es gestionar nuestra capacidad de respuesta cuando nos enfrentamos a ella.


Mito 3.  La vulnerabilidad es pasarse de la raya. ¿No estás siendo demasiado vulnerable sobre lo que te ocurre?  Podría ser la pregunta típica que ejemplifica este mito.  La vulnerabilidad es compartir nuestros sentimientos y nuestras experiencias las cuales son motores que construyen confianza con los demás.


Mito 4. Puedo hacer todo por mi cuenta.  Hacer todo por nuestra cuenta y no pedir ayuda es algo que nuestra cultura valora tremendamente.  Hacerlo todo por nuestra cuenta parece ser la fórmula para evitar sentirnos vulnerables pero lo más irónico es que esta fórmula es en sí una gran muestra de lo vulnerables que somos.   Queremos desafiarnos a convertirnos en una especie de “Superman” o “Mujer Maravilla” que siempre resuelven todo, pero al final lo único que nos queda es recordar que tenemos límites en nuestras capacidades.


Y tu ¿Con cuál mito te identificas más?

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