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Lecciones de un prisionero en tiempos de Coronavirus

Foto del escritor: Gabriel VásquezGabriel Vásquez

Este fue un hombre de origen austriaco, nacido a comienzos del siglo XX, que luego se convirtió en un apasionado de la psicología, la medicina y la filosofía.


Con la consolidación de Hitler en el poder por el año de 1942, él, su esposa y sus padres fueron deportados a un campo de concentración cercano a Praga. Los tres años siguientes los pasó en cuatro campos de concentración, incluyendo Auschwitz, conocido como el campo de exterminio. Lo que experimentó en esos años es inimaginable: hambre, dolor, humillación, enfermedad, crueldad, horror… Y logra sobrevivir; no así su mujer, sus padres, hermano, cuñada, otros familiares, colegas y amigos.


Su nombre, Viktor Frankl, y en su libro “El Hombre en búsqueda de sentido” se autodenomina el Priosionero # 119.104. La pretensión de Frankl al escribir este libro es “¿Cómo se veía afectada la psicología del prisionero por el día a día en un campo de concentración?”


"Todo lo que no me destruye, me hace más fuerte".  Nietzsche.

Esta mañana, al despertar, vino a mi memoria los aprendizajes que construyó Frankl mientras estuvo en los campos de concentración y sentí un enorme parecido entre su vivencia y la que ahora nos trae como sociedad la pandemia del Coronavirus. Veamos algunos de esos aprendizajes para comprender el porqué de mi argumento.


1. Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier como. Frankl comprendió que la vida está llena de alegrías y también de sufrimientos, y que estos últimos muchas veces no sabemos cómo afrontarlos. Sencillamente debemos aceptar que el sufrimiento es parte de la vida.


2. Vivir en cautiverio es una “vida provisional de duración desconocida”. Para el prisionero resultaba imposible predecir cuando y cómo terminaría esa vida, en caso de tener fin. Por ello, le resultaba muy difícil tener una meta que perseguir. Su salida a la situación era encontrar sentido a lo que le pasaba pues el prisionero que perdía la fe en el futuro – en su futuro – estaba condenado.


3. Lo único que no nos quitan es la libertad de elegir. Ante cualquier adversidad de la vida tenemos la opción de elegir como queremos vivirla a pesar de las condiciones que esta nos traiga.


4. No podemos escapar a la necesidad de encontrarle sentido a la vida. Frankl piensa que la desesperanza es igual a sufrimiento sin propósito. Por ello, si una persona no puede encontrar sentido a su sufrimiento, tenderá a la desesperanza. Por este motivo, si logramos encontrar sentido a nuestros sufrimientos, seremos capaces de convertir las tragedias en una forma de superación que nos hace más resilientes.


“No importa lo que esperamos de la vida, sino que importa lo que la vida espera de nosotros”, dice Frankl. “Vivir significa entonces asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la vida plantea, cumpliendo la obligación que nos traiga”.


5. Nadie es indispensable, pero todos somos irremplazables. Frankl explica que es imposible reemplazar a alguien, y por ello, asumimos la responsabilidad de su existencia. Una persona que se hace consciente de su responsabilidad ante quien lo cuida y lo ama, nunca será capaz de “tirar su vida por la borda”.


6. La recuperación. Hay que considerar que una persona sometida durante mucho tiempo a una tensión psicológica, sobre todo si esta no es esperada, seguirá en peligro aún después de su liberación de dicha tensión. Al verse libre, podrá usar su libertad sin límites, de forma arbitraria y sin escrúpulos. Este ser humano necesitará de tiempo para hacerse cargo de su sufrimiento.


Me pregunto entonces:


• ¿Qué podemos aprender como seres humanos de las imposiciones que nos trae el Coronavirus? Si el sufrimiento es parte de la vida, ¿Qué nuevas oportunidades se nos abren en nuestras relaciones con nosotros mismos, con nuestros familiares y nuestros compañeros de trabajo?


• Esta vida provisional que estamos llevando ahora en forma de cuarentena, ¿Cómo cambian nuestras metas y prioridades? ¿Cómo están cambiando las metas y prioridades de tu seres queridos y compañeros de trabajo? ¿Qué necesitamos de nosotros para transformarlas?


• Si lo único que no nos quitan es la libertad de elegir ¿Qué elecciones estamos haciendo ahora? ¿Cómo nos estamos cuidando? ¿Cómo nos están cuidando? ¿Estamos pidiendo ayuda o dando ayuda para conversar sobre cómo construir un mejor futuro?


• ¿Qué nuevo nivel de consciencia necesitamos para seguir avanzando como sociedad? ¿Cómo vamos a construir confianza y solidaridad cuando ya encontremos una vacuna?


Para cerrar quiero traer una frase de Simon Sinek:


“No podemos escoger el juego, no podemos escoger las reglas, solo podemos escoger como jugarlo”

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